Recuerdos de selva

¿Es posible olvidar las marcas del secuestro?

Una ventanita al cielo

En los largos días, que siempre eran iguales, la radio era el único contacto con el otro mundo, el mejor amigo, la distensión preferida, la noticia esperada, la esperanza y la dulce voz.

Todos los policías y los militares que participaron en este especial mencionaron el radio como el compañero fiel durante los años en cautiverio. En los repentinos cambios de campamento, cuando ni siquiera había tiempo de empacar las pocas pertenencias, el radio era la única certeza en la mochila. “Yo recuerdo los días más duros como los días en los que no teníamos radio”, dijo Raúl Montaño, suboficial de la Policía secuestrado por el ELN. No tener pilas o estar en una zona sin señal, podía ser una invitación a la depresión.

Las historias con el radio también son el reflejo de las mayores muestras de inventiva de los secuestrados: antenas improvisadas con esponjillas para lavar, cargador de baterías al estilo prehistórico, estuches impermeables en madera rústica o, sencillamente, la radio como método efectivo para seguir soñando con la libertad.

La siguiente selección de relatos es un homenaje a ese pequeño receptor inventado hace más de 100 años y, también, una muestra de por qué para los secuestrados, el radio, más que un hábito necesario, fue el mejor amigo de la selva.