Recorridos por los paisajes de la violencia en Colombia

Caquetá – Meta

Cruzando la cordillera Oriental, a la altura del departamento del Huila y el Tolima, dejamos atrás el mundo andino para abrirnos paso entre los paisajes de la Amazonía occidental colombiana. Nos moveremos a lo largo del piedemonte caqueteño, entre Belén de los Andaquíes y San Vicente del Caguán, para ingresar posteriormente a buena parte de la región conocida como los Llanos del Yarí y culminar nuestro recorrido en La Macarena, municipio del Meta.

Ilustración ©Manuel Moreno Rodríguez, 2017

La mayoría de los imaginarios sobre la región Amazónica la presentan como una zona desconocida y distante de las realidades propias del interior. A pesar de ello, su impacto a nivel nacional no ha sido poco y los municipios que recorreremos recogen buena parte de la historia colombiana, incluyendo procesos como el arrinconamiento de los pueblos indígenas, la colonización y expansión de la frontera agrícola, el narcotráfico, el desplazamiento forzado y la presencia de actores armados que se disputaron el control y el rumbo de pueblos enteros.

Recorrido entre Caquetá y Meta. Juan Pablo Daza para CNMH, 2017.

El territorio que abarcaremos dista de ser uniforme. Su historia, su geografía y su población presentan particularidades que suponen la necesidad de dividirlo en regiones más pequeñas para su análisis. Sin perder esto de vista, daremos inicio a nuestro recorrido presentando algunos elementos generales de los municipios transitados para posteriormente detenernos en las particularidades de tres zonas: de Florencia a San Vicente del Caguán, de San Vicente del Caguán a La Macarena y de Florencia a Belén de los Andaquíes.

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La heterogeneidad de la población del Caquetá obedece, tanto a las múltiples procedencias e intereses de quienes allí migraron, como a los diferentes momentos, espacios y coyunturas en los que tuvo lugar este poblamiento. Al interior del departamento es posible identificar al menos tres olas poblacionales ligadas a diferentes procesos sociopolíticos: los auges extractivos de quina y caucho, la violencia política de mediados del siglo XX y la economía cocalera.

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Contexto

La quina, el caucho y el tránsito a la ganadería

A las tierras habitadas por los grupos indígenas Andaquíes, Coreguajes, Tiniguas, Tamas y Carijonas llegó la atención del gobierno central en los últimos años del siglo XIX y comienzos del XX. La explotación de la quina y el caucho marcó el inicio del poblamiento del piedemonte caqueteño, a la vez que se aniquilaba y arrinconaba a los pobladores originarios de la zona. Los primeros asentamientos se desarrollaron en torno a los caminos naturales que proporcionaba el territorio: los ríos. En ese sentido, el Orteguaza, el Pescado, el Caguán, el Yarí, el Caquetá y el Tunia constituyeron, en este momento y en tiempos posteriores, los principales centros poblacionales y vías de comunicación al interior de una región hasta ahora desconocida.

Para los años treinta del siglo XX, tras el decaimiento de la explotación quinera y cauchera, tuvo lugar el tránsito hacia la economía ganadera y el desarrollo de grandes haciendas en la región. Miles de hectáreas de bosque fueron arrasadas transformando los paisajes del piedemonte amazónico en pasturas, las cuales parecían más apropiadas para los proyectos económicos que se estaban gestando.

En los años de auge de la economía extractiva y en el periodo de consolidación de la ganadería jugó un papel central la extensa frontera con el departamento del Huila. Allí, a las rutas de los pueblos indígenas y a los caminos de herradura que comunicaban a los dos departamentos se sumó la construcción, a mediados de los años treinta, de la carretera que comunicaba a Garzón (Huila) con Florencia (Caquetá), lo cual impulsó el intercambio cultural, económico y político que terminó insertando buena parte del mundo andino en la Amazonía colombiana.

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Contexto

La segunda mitad del siglo XX

Los años cincuenta trajeron consigo la segunda y mayor etapa de poblamiento del territorio caqueteño. A la  zona llegó un importante flujo poblacional, procedente en su mayoría del Huila y del sur del Tolima, que huía de la violencia política y buscaba dar solución a los conflictos agrarios no resueltos. Belén de los Andaquíes, Morelia, Florencia y San Vicente del Caguán se constituyeron en los principales receptores de población, posiblemente por sus facilidades de acceso y su cercanía a las grandes haciendas ganaderas.

Por otro lado, en lugar de tramitar las inconformidades mediante alternativas como una reforma agraria que redistribuyera las tierras fértiles del interior, el gobierno central decidió profundizar el proceso de ampliación de la frontera agrícola mediante políticas de colonización dirigida. Proyectos como Caquetá I y Caquetá II, adelantados entre 1959 y 1980 por el Instituto Colombiano de la Reforma Agraria (INCORA), adjudicaron predios a diferentes proyectos productivos dentro de los cuales se priorizó la ganadería.

Debido a ello, al piedemonte norte llegaron principalmente campesinos liberales y al sur ingresaron campesinos conservadores que huyeron hacia las nuevas tierras a través de la ruta indígena conocida como el Camino Andaquí, que conecta a Acevedo (Huila) con el sur del Caquetá.

Poco tiempo bastó para que las políticas de colonización mostraran fallos. Los requerimientos para el desarrollo de los proyectos hicieron que los campesinos pobres tuvieran dificultades para acceder a ellos, y quienes lo lograban se veían al cabo de unos años en la obligación de vender sus tierras para pagar los créditos asumidos. Así, la profundización del modelo agropecuario terminó reproduciendo la concentración de la propiedad (una de las razones que motivó la migración hacia estas tierras), y quienes no lograron vincularse al modelo ganadero se vieron obligados a regresar a sus lugares de origen, a migrar a las cabeceras municipales o a abrirse paso más adentro de la llanura selvática. Las nuevas zonas colonizadas correspondieron principalmente a Cartagena del Chairá, la parte baja de San Vicente del Caguán y los Llanos del Yarí.

El piedemonte, más cercano al mundo andino y por ello mejor comunicado, quedó en manos de grandes y medianos propietarios que, ligados a las facciones políticas tradicionales (liberal y conservadora), supieron mediar con el gobierno central para no quedar aislados de los procesos económicos y políticos del orden nacional. La situación, como era de esperarse, no fue tan clara para quienes no logran vincularse a las lógicas económicas del piedemonte debido a que las cabeceras municipales, cada vez más pobladas, ofrecían pocas oportunidades para quienes llegaban a habitarlas. Inclusive, la nueva frontera agrícola, distante geográficamente, carente de vías de comunicación y con poca mediación con los centros políticos, no pudo insertarse a la vida nacional, lo cual profundizó su aislamiento y propició la irrupción de la economía cocalera.

Los años setenta llegaron con un creciente ambiente de descontento y protesta social que fue tramitado por el Estado mediante la represión y la violencia. Sobre este panorama se fortalecieron las guerrillas rurales y urbanas que dieron lugar al periodo conocido como la Guerra del Caquetá, donde “las ofensivas militares y las contraofensivas guerrilleras crisparon los ánimos políticos locales y regionales”.Vásquez, Teófilo (2015), Territorios, conflicto armado y política en el Caquetá: 1900-2010, Universidad de Los Andes, Bogotá, página 68. La guerrilla del M-19 se ubicó en el piedemonte sur y las FARC tuvieron su principal enclave en la región de El Pato donde, asediados por los combates y bombardeos de las fuerzas militares, sus miembros se vieron forzados a replegarse hacia la llanura selvática en donde se encontraron con los frentes de colonización recientemente abiertos.

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Contexto

La economía cocalera

Según narran los habitantes de la zona, la semilla de coca llegó al departamento de Caquetá a finales de los setenta y de la mano de reconocidos narcotraficantes colombianos y extranjeros. En Cartagena del Chairá tuvieron lugar los primeros cultivos, que muy pronto se extendieron a otros puntos de la región siguiendo, nuevamente, los cursos de ríos como el Caguán, Orteguaza, Yarí y Caquetá, lo cual dio lugar a la tercera ola de colonización del departamento.

Con la coca llegó a la región la guerrilla de las FARC que, tras un breve periodo de dudas sobre qué posición asumir ante el lucrativo negocio que se gestaba sin mayores controles, tomaron partido en calidad de reguladoras de los precios y las hectáreas cultivadas, lo cual las llevó a jugar, poco a poco, un papel más relevante en los diferentes momentos de la cadena productiva.

Mientras que los cultivos de coca se ubicaron principalmente en Cartagena del Chairá y la zona media y baja de San Vicente del Caguán, las extensas planicies del Yarí funcionaron en mayor medida como escenarios de elaboración, almacenamiento y transporte de cocaína y pasta base de coca. Narcotraficantes como Gonzalo Rodríguez Gacha y Pablo Escobar establecieron enormes haciendas y con ellos llegó una primera oleada de paramilitarismo que intensificó la violencia en la zona.

Finca El Recreo - María Luisa Moreno para CNMH, 2017

Mientras recorríamos los Llanos del Yarí las historias de sus habitantes evocaron de manera constante la irrupción del narcotráfico y la violencia en sus vidas, ya que los asesinatos y la inseguridad llegaron de la mano de haciendas como Tranquilandia y El Recreo. Durante el recorrido fue posible visitar las ruinas de esta última, en donde encontramos una suntuosa casa junto a la cual aún se perciben los rastros de la que fue una pista de aterrizaje de cerca de dos kilómetros de longitud en la que, cuentan sus habitantes, llegaban y partían constantemente aviones durante los años en que Gonzalo Rodríguez Gacha, El Mexicano, hizo presencia en la zona.

El narcotráfico en los Llanos del Yarí. Juan pablo Daza para CNMH, 2017

Luego del allanamiento y la destrucción de Tranquilandia por parte del gobierno colombiano en 1984 y tras los esfuerzos de la guerrilla de las FARC por tomar el control territorial, los grandes narcotraficantes abandonaron el Yarí. Habiendo consolidado el dominio de buena parte de la región, los años posteriores trajeron consigo un fortalecimiento de la organización guerrillera que la pondría en un lugar privilegiado a la hora de negociar a finales de los noventa el fin del conflicto armado con el Estado colombiano.

Recorrido