Recorridos por los paisajes de la violencia en Colombia

De Florencia a San Vicente del Caguán

El piedemonte norte

Iniciaremos el recorrido en el piedemonte norte, una región que se extiende a lo largo de la falda derecha de la cordillera Oriental y que comunica, a través de unos 150 kilómetros de carretera pavimentada, las cabeceras municipales de Florencia, Montañita, El Paujil, El Doncello, Puerto Rico y San Vicente del Caguán. En el marco del conflicto armado esta región puede caracterizarse como:

un territorio en disputa, ya que la presencia y el control efectivo del Estado y las FARC no son exclusivos ni hegemónicos. En el piedemonte, el proceso de construcción territorial y la configuración social, política y económica son anteriores a la inserción del conflicto armado (…). Allí, la distribución de lealtades, las alianzas y las relaciones de los pobladores con el Estado y la guerrilla son fluidas y cambiantesVásquez, Teófilo (2015), Territorios, conflicto armado y política en el Caquetá: 1900-2010, Universidad de Los Andes, Bogotá, página 21.

Esta condición configuró al piedemonte norte como un lugar de tránsito e incursiones esporádicas de la guerrilla de las FARC. Las acciones bélicas priorizaron combates, tomas, secuestros, emboscadas y asesinatos selectivos que buscaban disminuir la ventaja militar del bando rival, pero que a la vez impactaban en gran medida a la población civil.

Esta carretera es la evidencia de muchos eventos violentos pero, en esta ocasión, alcanzamos a registrar solo algunos de ellos.

El 23 de febrero de 2002 en esta carretera las FARC secuestraron a la candidata presidencial Ingrid Betancourt y a su fórmula vicepresidencial, Clara Rojas. Justo en la intersección de dos trayectos muy representativos de la guerra en la región —uno de ellos que se dirige hacia la cabecera municipal de San Vicente del Caguán y el otro hacia Paletará, frontera de las FARC— inició el largo recorrido del secuestro de estas dos mujeres.

María Luisa Moreno para CNMH, 2017

Más adelante está el punto donde ocurrió la masacre de cinco guardianes del INPEC en Las Pavas en 2013.

María Luisa Moreno para CNMH, 2017

Y, por último, registramos el punto donde ocurrió la masacre de Diego Turbay Cote el 29 de diciembre del año 2000 por parte de las FARC. Allí murieron siete personas, entre ellas su mamá y su equipo de seguridad.

María Luisa Moreno para CNMH, 2017

Los paisajes de esta zona son fieles narradores de su historia, en la que grandes extensiones de pasturas evidencian la forma en que la ganadería se impuso sobre los bosques nativos. En el mismo sentido, las vías pavimentadas y la recurrencia de diferentes centros poblacionales permiten ver cómo la zona del piedemonte se constituyó en el principal eje de desarrollo del departamento y estuvo estrechamente ligada con el interior del país.

Por otro lado, el camino transitado revela, paso a paso, las huellas del conflicto y su configuración como una zona de disputa entre la guerrilla y el Estado colombiano: impactos de proyectil en árboles y edificaciones, trincheras en medio de los caminos, puestos de vigilancia, retenes militares y voladuras de puentes hacen parte del paisaje de la ruta por la que nos movimos.

El árbol de Clara. Juan Pablo Daza para CNMH, 2017

En el municipio El Doncello está la finca de doña Clara Hoyos. Ella, junto a su perro, nos condujo a la montaña ubicada detrás de su finca para mostrarnos su cultivo de caucho y el árbol que aún guarda huellas de los bombardeos de las fuerzas militares a la guerrilla.

La destrucción de la guerra no solo pasa por los seres humanos, sino también por el espacio en el que han vivido. Los árboles parecen mutilados, los caminos se sienten poco seguros, los ríos son los cementerios más simbólicos del país y en las carreteras quedan aún las ruinas de las trincheras de la fuerza pública.

María Luisa Moreno para CNMH y Museo Caquetá

A pesar de su pasado, en el que confluyen historias de vida, supervivencia y horror, esta región parece hoy tranquila. El tránsito por la misma se realiza sin dificultades y los sonidos de la guerra parecen silenciados. Sus habitantes ahora esperan que con el fin del conflicto lleguen nuevas oportunidades que traigan consigo mejoras sustanciales en su calidad de vida y la no repetición de los hechos que hicieron tristemente célebre a buena parte del departamento del Caquetá. Recordemos que el recorrido se realizó durante los primeros días de julio de 2017, periodo de concentración de la guerrilla en zonas veredales.