Recorridos por los paisajes de la violencia en Colombia

Día 1: recorrido Cúcuta a Tibú

Recorrido carretera Cúcuta-Tibú: Día 1

Durante el primer día de recorrido transitamos los 116 kilómetros que conectan a Cúcuta con la cabecera municipal de Tibú, un importante corredor que comunica el Bajo con el Medio Catatumbo. En las últimas décadas este corredor se constituyó como un escenario de disputa de diferentes grupos armados que veían en su control importantes ventajas estratégicas, económicas y militares.

Los primeros controles en la zona tuvieron lugar con la llegada del Bloque de Guerra Nororiental del ELN, que realizó retenes a lo largo de la vía para abastecer a sus tropas de alimentos y otros productos.

Durante los años setenta y ochenta hicieron presencia también el Frente Libardo Mora Toro del EPL y el Frente 33 de las FARC, los cuales dirigieron sus acciones principalmente contra los grandes propietarios de la región. “De este período se recuerdan las primeras muertes en Campo Dos, zona ganadera, cacaotera, con mucha prosperidad, con las mejores tierras de propiedad de foráneos y algunos locales. En las veredas de La Soledad, Campo Giles y La Llana se disparó el secuestro, las extorsiones y el robo a ganaderosCentro Nacional de Memoria Histórica, (2015), Con Licencia para desplazar. Masacres y reconfiguración territorial en Tibú, Catatumbo, CNMH, Bogotá, página 53.”. Como resultado de estas acciones tuvo lugar una primera ola de desplazamiento en el territorio que fortaleció la presencia guerrillera.

A finales de la década de los noventa tomó fuerza la economía cocalera con la llegada del Bloque Catatumbo de las AUC quien, tras su violenta arremetida, tomó el control de esta zona y empezó a regularla por medio de retenes, asesinatos, torturas, desapariciones forzadas y masacres.

Hoy estos caminos continúan siendo la principal ruta para entrar y salir del Bajo y Medio Catatumbo, pero sus paisajes y su gente parecen no ser los mismos de antes. La agricultura dio paso a la agroindustria, por lo que en las extensas y productivas planicies de la zona ahora se ven cultivos de palma. Por otro lado, si bien los años más cruentos de la presencia armada en la zona parecen haber quedado atrás, la zozobra de quienes viven y transitan sus caminos no parece haber cesado del todo; la militarización del territorio por parte del Ejército y la presencia del ELN, el EPL y nuevos grupos armados se debaten actualmente en una tensa calma a lo largo de la conocida vía Astilleros-Tibú.

La Balera - entrada La Llana

María Luisa Moreno para CNMH, 2016.

La Balera está ubicada entre Ambato y San Miguel. Es conocida como la “Ye” de La Llana pues, como se puede ver en la imagen, es un punto donde se puede seguir hacia Tibú (por la derecha) o entrar a La Llana (por la izquierda).

Debido a su ubicación, la guerrilla y los paramilitares usaron este punto para controlar la entrada y salida de personas desde y hacia el Bajo y Medio Catatumbo. Las narraciones compartidas este día por los habitantes tendieron a visibilizar los hechos perpetrados por los paramilitares y no de la guerrilla. Es importante tener en cuenta que la guerrilla del ELN continúa haciendo presencia permanente en la zona.

Las personas de Catatumbo recuerdan que el ELN salía espontáneamente, se apoderaba de carros lujosos y tomaba provisiones de alimentos para distribuirlos en los campamentos internos que tenían en la selva. Esta era la zona de aprovisionamiento de la guerrilla antes de la llegada de las AUC. Además, cuando tenían lugar los paros armados, el ELN realizaba retenes para limitar el acceso al territorio y emboscadas para impedir el acceso al Ejército.

Posteriormente, en la “Ye” se instauró el retén más importante de la carretera durante los cinco años de presencia del Bloque Catatumbo de las AUC. Las personas que transitaban la ruta eran indagadas por los paramilitares quienes decidían si estas podían seguir o si debían quedarse bajo la sombra de un árbol. El árbol aún guarda las huellas de las balas y los machetazos que dejaron los años de la violencia.

María Luisa Moreno para CNMH, 2016

Con lista en mano, los paramilitares tomaban a la gente como rehén para llevarla a La Llana. Esperaban a tener varias personas para subirlas al camión que se parqueaba junto al árbol durante el día. Los habitantes narran que la mayoría de ellas fueron asesinadas y botadas al río Sardinata en dos puntos: Finaria y La Cabaña. “Un compadre mío que tenía una finquita la vendió por eso, porque al comenzar el día se asomaba y había 10 o 12 huecos, y al otro día ya estaban tapados. También había fosas comunes. Luego el río bajó, el río avanzó y se llevó todos esos”CNMH, hombre adulto, testimonio, Tibú, 2016..

Otro habitante narra que la zona transitada:

era un lugar de muerte selectiva de la guerrilla. [Posteriormente] cuando llegan los paramilitares siguen la dinámica del retén, pero cambió porque era un retén de control específicamente de los que vienen del Catatumbo Bajo o van a penetrar al Catatumbo. Es decir, acá llegaba usted y era como un retén del Ejército: [los paramilitares decían] muestre su cédula, miraban el listado y automáticamente decidían si sigue o no sigue. Quien trae droga se queda.CNMH, hombre adulto, testimonio, Tibú, 2016.

Para muchos era conocido como “el retén de la coca”.

El quiosco de Finaria

Llegamos a Finaria, un caserío ubicado a tan solo diez minutos de la “Ye”. Allí nos encontramos con el quiosco, uno de los lugares de memoria del horror que recordaron las personas que acompañaron nuestro recorrido.

María Luisa Moreno para CNMH, 2016.

Este lugar que mantiene su estructura ha sido resignificado por la comunidad. Durante la presencia paramilitar el quiosco fue el punto de acopio y pago de la coca. Según los testimonios, este lugar tenía vidrios y aire acondicionado. Los habitantes de la zona recuerdan que para no ser emboscados por la guerrilla, los paramilitares traían la estopada en helicóptero, es decir, los bultos de dinero destinados al pago de los trabajadores y comerciantes de coca.

Aunque este lugar no representa un escenario donde se ejercieron repertorios de violencia que lo haya marcado como un lugar de horror, sí nos sugiere que la presencia cotidiana de los paramilitares en Finaria fue contundente por el mismo negocio de la coca. El quiosco está inscrito en la memoria de sus habitantes como un lugar que configura el paisaje de la violencia de Finaria.

Los paramilitares se instalaron en Finaria durante cinco años y allí convivieron con las personas que se negaron a desplazarse de su territorio. La coca que se recolectaba salía en carros por lo que debían tener completo control de la carretera que unía a Cúcuta con el Bajo y Medio Catatumbo.

En la actualidad el quiosco es un espacio de fiesta y reuniones comunitarias.

Finca La Cabaña

María Luisa Moreno para CNMH, 2016.

La Cabaña está hoy en día habitada por una familia. Sin embargo, años atrás fue usada por los paramilitares como lugar de tortura. De las veredas aledañas eran trasladadas personas estigmatizadas de pertenecer a la guerrilla o señaladas de cometer acciones que fueran en contra de las reglas impuestas por este grupo armado. La finca estaba ubicada frente a la pista de aterrizaje, lugar clave para las dinámicas de la guerra de las AUC.

María Luisa Moreno para CNMH, 2016

Pista de aterrizaje

María Luisa Moreno para CNMH, 2016.

Justo frente a la finca La Cabaña está ubicado lo que muchos recuerdan como la pista de aterrizaje de las AUC. Durante la presencia paramilitar la dueña del terreno tuvo que cederlo para las actividades cotidianas de la guerra y del negocio de la coca. En esta pista aterrizaban helicópteros dos o tres veces a la semana con distintos tipos de cargamento. El principal era el transporte de bultos de dinero en efectivo para el pago a los vendedores de la base de coca. Otro de los usos era el transporte de comandantes de alto nivel de las AUC como Salvatore Mancuso a quien afirman haber visto aterrizar por lo menos tres veces. Así mismo, según narraciones de los pobladores, esta pista también era usada para el traslado de trabajadoras sexuales para las tropas de las AUC ubicadas en el Catatumbo: “Traían viejas de Medellín, viejas prepago, modelos que yo las miré, iban para los comandantes. Aquí las baja[ba]n en taxi y las llevaban pa’l Catatumbo y luego las volvían a traer y las botaban aquí”CNMH, hombre adulto, testimonio, Tibú, 2016.”. Por último, también se mencionó que los helicópteros traían paramilitares heridos en combate y los dejaban en la pista para ser trasladados a los puestos de salud de las AUC.

Pista de aterrizaje

 

 

Puente río San Miguel

A quince minutos de Finaria se encuentra el puente del río San Miguel, recordado por la población como un lugar del horror. Los paramilitares traían hasta este puente a las personas, las mataban, las dejaban un tiempo a la vista de todos y luego las arrojaban al río. “Era una forma de dejar [el cuerpo de su víctima] ahí tirada para que la gente lo viera para aterrorizar a la gente. Pasar por el puente era un temor. Aparte de eso, en las orillas comienzan a dejar muertos, los matan pero no los botan al río, sino los dejan acá para que los viera la gente”CNMH, hombre adulto, testimonio, Tibú, 2016..

María Luisa Moreno para CNMH, 2016.

Según los testimonios, los paramilitares lanzaban al río San Miguel a las personas que tenían en sus listas y/o a quienes detenían en la “Ye” de La Llana o en el retén que hacían en este punto. “En la mañana venían y ya sabían en qué copetranaForma de referirse a los buses de transporte intermunicipal. venían y uno ya sabía. Apenas lo bajaban se lo llevaban pa’ San Miguel. Ahí en la entrada sacaron a mucha gente, demasiada y aquí no se diga”CNMH, hombre adulto, testimonio, Tibú, 2016..

Corregimiento Petrólea

Camilo Ara para CNMH, 2016

A seis kilómetros de la “Ye” de La Llana está ubicado el corregimiento de Petrólea, municipio de Tibú, donde el 13 de enero de 2012 las FARC activaron una bomba que tenía como objetivo destruir la estación de policía. La bomba no dio en el blanco y el corregimiento entero, a excepción de la estación de policía, quedó en ruinas. Cuatro años después el pueblo fue reconstruido por sus propios habitantes.

En la casa, frente a la que se parqueó el carro que explotó, murieron tres personas, entre ellas un menor de edad, una mujer adulta y una joven. Los hijos de la mujer que murió en el atentado han ido reconstruyendo la casa poco a poco y en la medida en que sus recursos se lo han ido permitiendo. Uno de los hijos fue enfático en decir que la casa no puede ser una ruina porque quieren recordar a su madre viva y la casa hace parte de ese recuerdo.

Corregimiento Campo III

María Luisa Moreno para CNMH, 2016

Por la carretera principal que se dirige hacia el casco urbano de Tibú, a 17 kilómetros de Petrólea, está ubicado el corregimiento Campo Tres, el cual fue vaciado en 1999 tras el ingreso de los paramilitares.

Con pocas palabras y mucho temor de conversar con nosotros, las personas resaltaron sus luchas históricas por la tierra y los problemas que están teniendo con la titulación de los predios.

Cuando preguntamos por los lugares del horror hubo un rotundo silencio. El corregimiento aún permanece bajo la vigilancia del ELN. No obstante, cuando salimos del lugar donde nos sentamos a conversar, las personas señalaron el puente como un lugar permanente de retén de las AUC y en el que fueron asesinadas varias personas. También señalaron en voz baja que las casas y fincas habían sido usadas como campamento por el ELN, el EPL y las AUC.

Aunque algunos habitantes retornaron un año después del desplazamiento de 1999, aún hay muchas casas deshabitadas y poco tránsito de personas.

Corregimiento Campo Dos - laguna La Soledad

Camilo Ara para CNMH, 2017.

Muy cerca de Campo Dos se encuentra ubicada la laguna La Soledad. A pesar de que no contamos con testimonios de habitantes de la zona, el sitio fue referenciado en varios momentos como una fosa común creada por los paramilitares del Bloque Catatumbo de las AUC.

En un taller de memoria realizado en el marco del proyecto de investigación Catatumbo: memorias de vida y dignidad que adelanta el CNMH, algunos participantes mencionaron la existencia de un árbol de mango al cual identificaron como escenario de asesinato y tortura.

Habitante de Campo Dos 1: Tenemos este lugar llamado aquí “El palo de mango”. El palo de mango es un lugar que es como de terror. En este lugar en donde a más de una persona mataron, los agarraban y pal palo de mango; allá llegaban, allá los amarraban…

Moderadora: ¿Dónde está?

Habitante de Campo Dos 2: Acá a pocos pasos del cementerio de Campo Base, en la bajadita esa. Entonces este lugar es un lugar casi que ni de mencionarlo porque le da a uno hasta miedo. En ese tiempo decían los que estaban en Llano Grande “yo antes de las seis me voy yendo porque me da miedo pasar por ese palo de mango”. Algunos decían que asustaban, aunque yo creo que los muertos no salen, pero el decir era que asustaban. Entonces miren, miren que hay lugares por ejemplo donde han pasado tantas cosas ¿cierto? Asesinatos, donde han llevado a gentes inocentes que las han matado, y no solamente este lugar porque hay muchos lugares donde acabaron con mucha gente; por ejemplo ese lugar de la cancha hacia abajo, allá en ese nuevo cacao, allá quedó más de una persona asesinada, sí.

CNMH, habitantes de Campo Dos, taller de memoria, Tibú, 2016.