Enfoque Diferencial Balance de la contribución del CNMH al esclarecimiento histórico

Construir memoria desde todos los enfoques

La diversidad es una condición inherente de los seres humanos, que debe ser reconocida e incluida en la reconstrucción de lo que sucedió en la guerra. Con este fin, el Centro Nacional de Memoria Histórica incorporó en sus procesos los enfoques diferenciales étnico, de género; de niños, niñas y adolescentes; de discapacidad y de personas mayores.

En el 2012 el Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH) incorporó a su proceso de reconstrucción de la memoria los enfoques diferenciales étnico, de género; de niños, niñas y adolescentes; de discapacidad y de personas mayores, con el fin de aportar en la comprensión de las afectaciones del conflicto armado a estos sectores poblacionales desde sus propias miradas. Además, con el propósito de reconocer que estos grupos han sido vulnerados y discriminados históricamente, y que la reparación integral de las víctimas pasa por transformar dichas desigualdades y los discursos que les dieron origen.

Conmemoración de las mujeres víctimas del conflicto armado en Pasto, Nariño, en mayo del 2015. Foto: César Romero

El género tiene un impacto sustancial en las vivencias diferenciales, y en las relaciones y estructuras de poder. Por esto, la inclusión del enfoque de género en el trabajo del CNMH tiene como reto generar escenarios, acciones y relaciones que permitan superar las violencias, las desigualdades y el abandono estatal del que han sido víctimas estos sectores poblacionales.

El primer paso del Centro de Memoria, en la inclusión del enfoque de género, fue la mujer. Este ejercicio partió del reconocimiento de que las mujeres son más de la mitad de la población colombiana, y que por esto es fundamental que sean incluidas de manera incluyente y dignificante en los procesos de memoria y reparación. Además, es necesario

El enfoque de género también incorporó a los grupos LGBTI (lesbianas, gays, bisexuales, trans e intersexuales) y estableció que sus voces deben ser incluidas, no sólo en procesos específicos relacionados con la identidad de las víctimas, sino en procesos de memoria más amplios. No hacerlo, perpetúa la marginación de esta población y contradice sus garantías de no repetición.

Al igual que con las mujeres, para que los procesos de memoria con víctimas de sectores LGBTI sean dignificantes ha sido fundamental comprender que sexo, identidad de género, expresiones de género y orientación sexual, no son atributos naturales sino construcciones culturales y que la realidad de los sectores sociales que integran el acrónimo LGBTI es diversa. Igualmente, desde el CNMH hemos destacado que es crucial reconocer que así como existe un continuum de violencia hacia estos grupos, existe también un continuum de resistencias.

En el frente del enfoque étnico, como lo señala la ley, los procesos de memoria histórica han estado orientados a fortalecer el tejido social de las comunidades afectadas por el conflicto armado. El trabajo de este enfoque ha girado alrededor de tres conceptos claves: el territorio entendido como víctima; los conflictos vistos desde una perspectiva de larga duración, es decir que el conflicto armado contemporáneo es una expresión de un gran repertorio de violencias de varios siglos sobre los territorios y las comunidades étnicas; y los factores subyacentes al conflicto armado, que hacen referencia a las coyunturas políticas sociales y económicas que han determinado la pervivencia y la particular intensidad del conflicto armado en los territorios ancestrales.

Ritual indígena realizado en diciembre del 2017 en Monserrate, uno de los cerros más simbólicos de Bogotá. Foto: María Durán

En nuestro trabajo también nos hemos aproximado a los niños, niñas, jóvenes y adolescentes. Reconocemos que la dinámica del conflicto armado ha impactado a esta población de manera diferencial, que tienen capacidades interpretativas y narrativas para abordar sus experiencias y, sobre todo, que tienen derecho a que sus voces sean escuchadas.

Los otros dos grupos en los que se ha centrado el trabajo de enfoque diferencial del CNMH, han sido las personas con discapacidad y las personas mayores. Planteamos la importancia de suscribir la comprensión de la discapacidad más allá de los daños causados por la guerra y el relato de las personas, más allá de los hechos victimizantes. Esto llevó a reconocer que existieron esquemas de discriminación basados en las condiciones físicas, sensoriales, cognitivas y psicosociales de las personas; a visibilizar los vínculos entre la discapacidad y el conflicto armado; y a reconocer la necesidad de producir contenidos sobre memoria histórica en formatos accesibles.

Estas son las manos de Blanca Díaz, una mujer mayor víctima del conflicto armado y participante de uno de los procesos de memoria con personas mayores, liderado por el CNMH. Foto: María Durán

Y en el caso de las personas mayores, el trabajo se ha basado en reconocerles y otorgarles el privilegio de ser voces autorizadas para hablar del pasado gracias al respeto y el liderazgo que ejercen al interior de sus comunidades. Y también, gracias a la posibilidad que tienen de narrar con una mirada de largo plazo, pues han vivido las distintas etapas del conflicto y pueden, incluso, debatir sobre sus orígenes, dinámicas regionales y variaciones temporales.

El trabajo del CNMH en materia de enfoques diferenciales ha sido transversal a todos los procesos misionales de la entidad, con el fin de generar productos que los incorporen desde su diseño hasta su evaluación y seguimiento. También hemos avanzado en la capacitación del personal a cargo, y la selección de funcionarios que faciliten la interlocución diferencial con las comunidades. Además, seguimos insistiendo en la importancia de conocer, además de las voces de las víctimas y sobrevivientes, los testimonios de los perpetradores, ya que esto ayuda a entender el entramado cultural y político que movilizó sus acciones.